5/7/07

Argimiro Gabaldón: Poeta, pintor, maestro y guerrillero

ARGIMIRO GABALDÓN MÁRQUEZ

Por EDGAR GABALDÓN MÁRQUEZ

Argimiro Enrique de la Santísimia Trinidad Gabaldón Márquez, según la tradición que seguía su abuela, doña Amelia Iragorri de Gabaldón, fuel el nombre dado a Argimiro Gabaldón Márquez (sus hermanos también llevan ese añadido invocatorio de las Tres Divinas Personas), hijo del General José Rafael Gabaldón Iragorri y de Doña Teresa Márquez Carrasqueño, nació en la casa de la hacienda Santo Cristo, situada hoy a cinco minutos de Biscucuy por carretera pavimentada, el 15 de Julio de 1919; su padre mismo fue quien lo parteó pues no se pudo hallar, en aquel momento grave, a ninguna otra persona que asistiera a la madre. A los cuatro meses de nacido estuvo de muerte, y de nuevo su padre lo ganó para la vida, aplicándole un remedio casero, de modo que cuando el médico llegó le dijo: Tú lo has salvado, José, eso era lo que había que hacer.

Junto con su hermano Edgar menor un año y medio, Chimiro, según el nombre familiar, inició sus estudios primarios en la casa de la hacienda con Don Arturo Simonet, un preceptor que vino a compartir con la familia el pan de cada día: la cartilla y los libros de lectura que se usaron, con imborrable recuerdo son los escritos por el maestro José Martí, el Libertador de Cuba, y firmados con el nombre de su suegro, el seño Luis F, Mantilla. Allí continuó una educación que había empezado precozmente, porque Chimiro fue de una inteligencia temprana, con ayuda de los trabajadores de la hacienda, los peones, como se les decía, quienes sentían por el una especial preferencia y debilidad, y lo ponían al corriente de las cosas de la vida, de todas son excluir ninguna, y en particular del arte de pensar, pues fueron estos peones, tocuyanos las mas de las veces quienes le estimularon el valor belicoso desde siempre sin ser ni agresiva ni torcida por la mala intención; se esmeraban en enseñarle a jugar garrote, esa esgrima que es una escuela de coraje y de malicia y para ello le cortaban garrotitos de guayabo y de vera, pero jamás le dijeron que el machete, filoso y cortante no fuera instrumento de trabajo.

El aprendizaje de sus peones y amigos se impuso en Chimiro por sobre el papel impreso, y ello era así porque él les preguntaba las cosas y prefería atenerse al dato de aquellos hombres sencillos, en cuanto a lo que el libro de lectura no le pareciese bastante verdadero; del libro de Mantilla-Martí se le grabó hondamente la lectura aquella del pájaro prisionero, y decía: Mira aquí dice: Di libertad al pájaro que gozoso saltó a su nido. Ese mismo escrito, más adelante decía; tendamos siempre la mano al necesitado, consolemos al atribulado, socorramos al desvalido y tratando de hacer felices a los otros, nos haremos felices a nosotros mismos; Chimiro, enseñado a ver las cosas como ellas son de veras, precozmente y sobre todos por los peones y otras gentes mayores a quienes les hacía gracia su preguntar lleno de ataques a la respuesta, que no le sonaba sincera y exacta, se hizo crítico hasta exagerar, pero optó por burlarse con cuchufletas y chistes de lo que fuere, disfraz escondite de la verdad. Así se jugaban con él los peones, como en el juego del garrote y le decían ¡no es verdad!. Chimiro, que el chorrosco muerde? Y él contestaba: ¡Acaso no lo vi yo, el chorrosco no muerde. El chorrosco es un chupapiedra, no tiene dientes, no seas tonto, indio Fabián!. El indio, sonreído, comprobaba que el niño, listo se había desentendido de un “amago” a su sagacidad.

En unas líneas breves es difícil mostrar cómo la enseñanza de los libros y la de la vida, se fundieron bajo el signo de una visión sin trabas que hubo que llevar a Chimiro a ser matemático, dibujante, pintor, maestro analfabetista, profesor de liceo, buscador de la cifra exacta que hay que descubrir en el problema, y del trazo fiel que hay que seguir en el rostro de las cosas y de las personas. Los peones tocuyanos enseñándole a jugar garrote le despertaron además, el sentido del coraje, con cuentos de héroes populares, y con las historias de las pequeñas e ignoradas proezas de trabajo, de la cacería, de las peleas entre hombres que suelen parar en lo que ellos llaman a su modo, el desgraciarse, el tener que matar a un compañero de faena, por causa de la mala bebida y de alguna palabra mal usada.

Con su hermano Edgar formaba Chimiro la típica pareja de los hermanos perones, que no pueden vivir sino juntos, pero en constante juego de garrote. En 1929 se empezaron los estudios formales, en la escuela pública, que dirigía en Biscucuy, el gran maestro Guillermo Gamarra Marrero, y se continuaron en Barquisimeto con Pastora Pérez Matheus, bella e inolvidable maestra, y Castillo Reyes, José Saer D’Héguert, y se continuaron en el Tocuyo con Pedro Nolasco Medina Rojas y Marcial Herize Ponte, y se continuaron en la ciudad de Trujillo con el maestro Lomelli Rosario, hasta terminarse en el año 1935, vino después el Bachillerato, empezado en la ciudad de Trujillo con diversos profesores, entre los cuales se destaca el formador de hombres Neptalí Valera Hurtado, y continuado en Barquisimeto y El Tocuyo, con ayuda entre otros de los profesores Roberto Montesinos y Elías Lozada Orihuela (exDirector del Liceo Andrés Bello, quien lo expulsó de ese Instituto por co-dirigir un movimiento huelgario organizado por la Federación de Estudiantes, FEV en 1938); el diploma de Bachiller lo obtuvo en 1939, con una Tesis titulada: La Filosofía de Demócrito.

Chimiro fue deportista destacado: jugador de béisbol, como pitcher fue formidable; jugador de tenis; pasable; nadador a la antigua; pescador y cazador; excursionista incansable, llegó a conocerse no sólo la hacienda, paso a paso, sino los alrededores de Barquisimeto, de Trujillo, de El Tocuyo; pero su mejor deporte fue el coraje; jamás perdió una pelea a puños, desde muy pequeño, nunca supo lo que era el miedo ni el titubeo para calcular los resultados de una refriega; las ciencias naturales de oposición y conoció bien las plantas y las bestias de los lugares donde vivió; la tradición revolucionaria de su padre se encarnó mejor en él que en ningún otro de sus hermanos y hermanas, y por eso desde niño vivió en el mundo de los héroes como Bolívar, San Martín, Martí, Pancho Villa y Lenín. El Capitán Antonio Pérez, el héroe del combate de Guanare, el de la famosa carga al machete, que fue un estrataguema de su padre, el General Gabaldón para ganar a gritos una pelea que estaba perdida por la sopresa lograda por el enemigo, el General Baldó (estos son hechos del alzamiento del General Gabaldón contra el gobierno de Juan Vicente Gómez) fue aquella carga al machete imaginaria, pero que se le contaban como verdadera, la que más lo electrizaba el Capitán Pérez, indio Trujillano con 20 peones de El Tocuyo simularon un ataque a machete gritando: ¡A la carga, Tocuyano al machete!. Estas seis palabras dichas con voces fuertes, derrotaron al General Baldó, sin necesidad de que el filo de aquellos instrumentos de trabajo y de pelea cortaran cabeza alguna; solo el valor del tocuyano sembró pánico y el brillo de los aceros no hizo sino callas la bala de fusil que huía.

Cuando Chimiro llegó a El Tocuyo y todas las veces que en esa noble ciudad de vivir, su anhelo era estar con el pueblo sin despreciar a nadie, por supuesto, fue su bondad oculta detrás de frases chistosas y burlonas, tenía que ser frenada porque desde temprano supo cuáles eran las raíces del mal entre la gente; Chimiro se hizo comunista en El Tocuyo, donde el Partido Comunista de Venezuela nació en 1934, probablemente en donde se organizó permanentemente en 1938; allí fue iniciado en sus células clandestinas en 1938, época de López Contreras 1936-1941, a las márgenes del Río Tocuyo, sobre un bancal de arena, en ceremonia que se simuló, juró fidelidad al partido, allí empeñó su palabra para siempre pero aún no era sino un vislumbrador de la revolución, sus lecturas eran escasas porque estaban prohibidos los libros del comunismo, y cada texto hallado era un tesoro, sus mejores lecturas de entonces, fueron los extractos de citas doctrinarias del comunismo que aparecían en una denuncia vibrante que publicaba la Esfera, de Ramón David León, en una serie de artículos llamados: Hay o no hay comunismo en Venezuela.

Con Chimiro se enlaza la tradición revolucionaria primitiva de alzamientos militares al antiguo estilo caudillesco que aprendió del ejemplo de sus padres, uno de los últimos caudillos de Venezuela que ha evolucionado el mismo del concepto heredado a uno más moderno, que sin ser comunista es más genuinamente democrático que el que dicen preconizar aquellos políticos que hacen de ésta una profesión y un lucro disfrazándose de “servidores” de la cosa pública, jefes de partidos, señores de componendas y maniobras, que juegan con los destinos de su pueblo, para beneficio propio. Chimiro se formó él mismo, en dura pelea ideológica; con amigos y conocidos y con los libros, porque era un polemista agudo terrible; con una mirada que jamás perdió de vista el meollo de la verdadera realidad porque no tenía miedo de luchar por sus ideas.
ARGIMIRO GABALDÓN ¡PRESENTE!
Los años pasan y la memoria queda. Vivo está el pensamiento y acción de hombres y mujeres que arriesgaron todo por sus ideales. Por ello en las páginas de la historia escritas con amor, sangre y sudor de un pueblo está la poesía de Argimiro Gabaldón. Y de allí la decisión unánime de los concejales que integran el cabildo del Municipio Morán, Estado Lara, de celebrar un Sesión Especial para conmemorar el natalicio de este portugueseño, revolucionario integral, ejemplo de dignidad, entrega y coraje.
Argimiro Enrique de la Santísima Trinidad Gabaldón Márquez, nació en Santo Cristo, caserío adyacente a Biscucuy el 15 de Julio de 1919. Hijo de María Teresa Márquez y del General José Rafael Gabaldón , jefe de la revolución del año 1929, conocida como la GABALDONERA, que reunió a un grupo de hombres que ase alzaron contra la oprobiosa dictadura de Juan Vicente Gómez.
Argimiro, conocido como el Comandante “CARACHE” fue líder fundamental del movimiento revolucionario de los años 60. Comandó el Frente Guerrillero “Simón Bolívar”. Hombre integral, fogoso y valiente guerrillero, estratega y de un encendido discurso revolucionario. Pintor, poeta, escritor y educador comprometido con los más nobles sentimientos e intereses del pueblo venezolano.“Chimiro” transitó las montañas de Lara, Portuguesa y Trujillo con fusil en mano y mundo de sueños en su morral, en fin un camarada inmortal.
Físicamente muere trágicamente el 13 de diciembre de 1964 en las montañas de Humocaro estado Lara, pero su legado, su compromiso y su poesía siguen presentes en importantes sectores del pueblo que aún buscan redención. Su nombre hoy día distingue instituciones educativas, culturales y políticas. Cada año sus compañeros de lucha y todos los revolucionarios de ayer, hoy y siempre le rinden homenaje para seguir encendiendo la llama de la patria buena. Quienes casi niños iniciamos ideales de transformación encontramos como referencia el legado de la rebeldía hecha en las manos de los campesinos ,estudiantes e intelectuales que buscaron tomar el cielo por asalto, más allá de los errores y las derrotas que se vivieron.
(LizardoGarcía)


A continuación unos de sus poemas. (tomado de libro de Pedro Pablo Linárez)


AMERICA EN LA ENCRUCIJADA


Canto a Fidel Castro
Desde el fondo de la patria,
amargada tierra,
vegetal adolorido,
zumo de mil aspiraciones,
desengaños y desvelos;
desde el amor y la miseria
y el hambre y la ternura,
el odio y la esperanza
que forman los estratos desgarrados
/de la vida;
desde la abismada peña,
desde el terrón partido por la azada,
desde el rancho
cubil de la muerte agazapada;
desde el arroyo donde el agua
/cristalina,
a golpes de beso de amargura
/aguijoneada,
se volvió negra,
desde la obscura noche del atol sin
/dulce,
desde el amanecer sin pan y sin
/frazada;
desde los linderos del llanto del niño
/abandonado,
que se estira como una hebra
y se adelgaza,
y se rompe
sobre el desolado filo de calle;
desde el pozo de sangre de la calzada,
que el obrero rebelde dibujara
con el grito,
el puño en alto
y la roja bandera desgarrada;
desde la profundidad marina,
desde las cumbres de nieve coronadas,
desde las llanuras
por el sol
y por los vientos circundadas;
desde el negro pozo petrolero,
desde el cafetal dormido,
desde la mina de estaño
y la planicie de salitre desolada.
¿Desde dónde no viene el grito?
el grito emocionado
a responder a tu llamada.
Cuando tu grito tendió,
FIDEL,
a través del Continente,
su hoja vibrante, y afila
un violento vendaval de voces,
contestó presente!
Es la voz de llanos y de costas,
de la nevada Cordillera,
del Altiplano
y de la Selva Amazónica;
y del Itsmo seccionado
y del volcán dormido;
del golfo triste, de aceite inmaculado,
del ancho río
y del viento desatado.

Como un filo de facón gaucho;
como un resplandor de machete
/bananero,

como un puñal serrano
en oscuro bronce cincelado;
como una flecha indiana
de amargo sabor envenenado,
como un solo golpe
sobre el yunque de la carne,
la voz de América
unánime y resuelta te responde.
Es la voz de Bolívar,
de José de San Martín,
de Tirantes,
o de O ‘Higgins,
de Hidalgo y de Morelos;
es la voz de Artigas, de Mariños
y de Martí.
Es la voz recia y reciente de Sandino
de Prestes, de Cárdenas,
de Arévalo y Gaitán.
Es la voz de la madre que amamanta
/el hijo;
la voz del padre sobre el surco
/abierto,
la voz del abuelo que acaricia
/el nieto;

la voz del indio,
del negro
y del blanco,
confundidos en un solo grito de
/entusiasmo.
¡Es la Rosa de los vientos que aúlla
y destroza el pecho conmovido
de todo un Continente!
Es la voz de todo un mundo
que cansado y rebelde se ha puesto
/en pie,
y al duro velamen de esta barca
/redimida,
hinchado por el aliento enardecido de
/los pueblos,
rompe el fiero oleaje, camino al
¡porvenir,

y cruje la madera remozada,
y como locas tremolan las grímpolas
y se mece enfurecida la mesana.
¡Adelante Capitán!
¡Hermano!
¡Adelante Capitán hermano!
Tu grito es el grito de América la
/nuestra;
es nuestro grito,
atorado por siglos en el pecho,
como duro y seco migajón
de pan arrebatado.
Te hemos escuchado como si nos hablara nuestro propio
/corazón;
con la fe y la esperanza
de sentir la sangre desatada.
¡Escúchanos siempre!
¡No cambies nunca el rumbo!

Este grito que en América retumba,
no es la obscura tolvanera del camino
que retuerce el polvo y pasa;
no es la huella del pez en el agua,
no es el amor primero
«que besa y se va»,
no es el trueno que dibuja en el
/espacio
con luz sobre las nubes
senderos a los rayos;
ni la lluvia que sobre el tejado
danza,
danza
y danza,
mientras una rosa desmayada
guarda el silencio de un libro cerrado;
ni el resplandor del puñal enarbolado
que en las noches del jolgorio
abre fuentes a la sangre inútilmente,
ni el llanto de la niña de los bucles
/de oro
y las uñas pintadas,
ni el llanto, de papel de los poetas
en blancas torres encerrados.

Es América, la nuestra, encabritada.
¡Quiere ser libre!
¡No más subyugada!
Es Araucania;
la fiera,
la indómita Araucania.
Es Anacaona
con la soga al cuello echada.
Es Guaicaipuro,
una tea encendida,
una fuente de sangre enfurecida,
torbellino de amor por la tierra
/arrebatada.
Es Guatimozín sobre rosas de fuego;
es el Inca empalado,
la perla y el oro robado,
la virgen mancillada.
Es el Rey Miguel
de oscuro continente transportado;
el de Buría
con su reina negra
y su obispo de carbón.
Es la cabeza de España
en jaula de hierro aprisionada,
que en La Guaira no sembró miedo,
sino odio contra las cadenas
/coloniales.

Es sangre.
¡Sangre!
¡Sangre!
Sangre en cien combates derramada
por una ilusión siempre traicionada;
muerta cada noche
y cada noche renovada.
¡Ay, hermano!
¡Capitán hermano!

En cada Patria nuestra,
en cada palmo de esta tierra torturada,
en cada pliegue del dolor en que se
/sume
los que oyeron tu grito
de amor y furia, ya habían gritado,
y tu voz,
tu clara voz es como el eco,
unánime y profundo,
que brota como el fuego
del pecho de este mundo;
y desde todos sus poros,
por todas las grietas que en su carne
han abierto la miseria y el dolor,
hay una mirada atenta a tu mirada,
a lo que digan tus labios,
a lo que haga tu mano,
a lo que anden tus pies;
y está la carne toda, tensa
dispuesta a la guerra
si alguien se atreve
contra el pueblo hermano.

¡Adelante Capitán!
Vas por el camino.
¡Por nuestro camino!
No es el Norte como piensan los
/cobardes,

sangre de esclavos
castrados, sirvientes de cerviz
/encorvada

¡ No!
Es el Sur,
allí está la mano que se tiende
al grito fundido de tu grito,
la esperanza mezclada a tu esperanza;
la fe en ti,
en mí,
en nosotros,
la fe en nuestra América.

Aquí al Sur estamos nosotros,
los de Venezuela.
¡TU PATRIA!
Los de Brasil.
¡TU PATRIA!
Los de Chile.
¡TU PATRIA!
Aquí están los de Bolivia;
su estaño les sabe tan amargo
como a tu pueblo su azúcar;
y es tan cortante como el salitre
/chileno;
tan áspero como la lana uruguaya;
tan enervante como el café
/colombiano

o la gris yerba paraguaya.
Aquí al Sur.
¡A tu lado!
¡Junto a tu pueblo!
Están los rotos,
los huasos,
los gauchos,
los cariocas,
los cholos,
los charros
y los llaneros,
los petroleros,
los bananeros,
los mineros
y los caucheros.
Aquí,
a tu lado,
junto a tu pueblo,
están los que para otros no valen
/nada.
Los que en Carabobo,
en Junín
o en Chacabuco,
llenaron de asombro la humanidad;
los que han abierto con su carne
los surcos de la Patria;
y en ellos han sembrado la Libertad;
los que cada vez que es preciso
la riegan con su sangre
y la abonan con sus huesos;
los que no cobran sueldo
cuando hay que por ella pelear.

América es larga,
América es ancha,
América es alta y profunda,
América es corta,
quema,
muerde,
es amarga,
es acre,
obscura,
insalubre,
pestilente,
pobre
y desolada,
América llora,
grita,
desgarra con sus uñas de salvaje,
destripa con sus pesados pies de
/mil caminos,
con sus rudas manos despedaza;
su cabeza es dura como arista,
sus entrañas desgarradas
se truecan en furias de serpientes,
su pecho lo acorazan el odio y el
/amor;
el odio por la bota extranjera
y el amor por la tierra pisoteada.

¡Grande es Nuestra América!

¡Adelante Capitán hermano!
¿ Quién puede temer?
Nosotros vimos nuestra América
Combatir en tu Sierra Maestra;
la vimos conquistar su Libertad
arrancada a las garras del halcón.
¡Cuba!
¡Qué grande es Cuba!
¡Cómo ha crecido su pueblo!
¡Cómo se ha hecho gigante!
Y Cuba es América,
la misma carne,
la misma sangre,
el mismo látigo,
el mismo yugo,
la misma fe,
y la misma esperanza.

Nosotros vimos los indios de Bolivia,
los cholos enfermos de tristeza,
despertar de pronto como fieras,
y aferrarse a su esperanza
y abrazarse a su fusil,
y adherirse a su mina,
y a su tierra
y a su miseria
y a su orgullo de raza vuelta trizas.
¡Ah, no!
El que les dio el nombre,
los hizo libres
y les dejó una herencia
¡LA PATRIA!
Para sufrirla,
para defenderla,
para morir por ella o con ella,
para amarla,
aunque sea amarga, como buche de
/coca.

¡La vida!
¡Qué importa la vida!
Ella vino sola y sola se va.
¡ Cierto!
Se quiere,
se cuida,
se mima,
aunque sea sucia y llena de piojos,
cargada de hambre y de frío;
aunque pese como un fardo repleto de
/amarguras.
¡Pero se vive de pie!
¡No de rodillas!
Nosotros vimos nuestra América en
/Caracas,
una trinchera de desnudos pechos
frente a los ojos negros
de los negros fusiles
de la Seguridad Nacional.
Los hombres tiraban piedras
que las mujeres cargaban;
los niños regaban manifiestos
que las niñas escondían
donde aún no había brotado
el núbil milagro de sus senos.

La Universidad convertida en
/fortaleza;
cada Liceo en un bastión.
Mira la batalla de los cerros.
la muerte danza en la Charneca,
y en la Cañada de la Iglesia,
y en El Guarataro,
y en el Silencio,
y en cada esquina
y en cada puerta.
Las balas rebotaban en las aceras
y se aplastaban contra los muros,
y abrían caminos a través de las
/sienes de los niños
y los vientres de las madres;
y las ametralladoras hacían dibujos
/abstractos
en los pechos de los obreros.
¡Parecía una fiesta de carnaval
el juego trágico de las balas!
¡Nadie lloraba!
Las madres no atajaban a los hijos;
los empujaban a la calle
y marchaban con ellos.
¡Cómo creció en enero el pueblo de
/Caracas!
¿Por qué los atajan?
¿Por qué se empeñan Fidel,
los cobardes a no ver sus pueblos?
¿Por qué como tú, no tienen confianza
/en su fuerza?
Estos son pueblos gigantes,
con enanos por jefes,
pero con pueblos que paren
y ya no verán sus frutos;
tú eres un ejemplo,
como ayer lo fue Bolívar,
Sandino
o Cárdenas
o Prestes.

¿Te acuerdas de Bogotá?
¡Quién no se acuerda!
Les mataron a Gaitán
que era un grito de esperanza hecho
/carne,
como una luz en la noche,
tal vez solo una ilusión más;
una de tantas.
¡Pero qué furia!
¡Qué vendaval de angustias trocado en
/destrucción!
¡Nos han herido en el deseo de vivir!
¡En la esperanza!
Parecían que gritaban.
¡No hubo quien mostrara el camino!
Hoy las cosas cambian.
¡Ya lo verán!
¡Ya lo verán los oligarcas!
Que sepan todos
¡Que lo oigan bien!
América quiere vivir
¡Vivir de pie!
¡Y por eso muero!
No te separes de tu pueblo, Fidel,
ni tu nombre,
que es hoy un símbolo en América,
ya no te perteneces,
eres el hombre de la calle,
del rancho,
del camino,
del polvo que levantan
los pies del campesino,
de lo que suda el obrero,
de lo que aspira el estudiante.
Y si es preciso Fidel,
regresa a tu Sierra Maestra,
de ellas habrá mil en toda América.
América despierta;
que no lo duda nadie,
no te dejes asustar
que no estás solo;
no te dejes traicionar,
ni embaucar,
ni domar,
ni moderar,
ni pulir,
ni limar,
ni comprar,
ni vender,
ni confundir.
No te dejes afeitar,
ni arrebatar el fusil,
ni tu gorra guerrillera,
ni tus campesinos,
ni tus obreros,
ni tus hermanos de América la
/Nuestra.
Métete entre los tuyos;
que hablen ellos de ti,
no hables inglés,
ni francés,
ni ruso,
ni alemán,
habla tu lengua,
¡La lengua del pueblo!
Te entenderán en todas partes.
¡Claro que te entenderán los pueblos!
Todos tenemos una misma gramática:
se escribe con dolor,
con sangre,
con miseria;
nos habla de una sola esperanza,
de un mundo distinto.

Grita Capitán.
¡Grita fuerte!
No importa que tiemblen los cobardes,
que se refugien en los faldones
de la levita de su amo.
Tu voz es el eco de millones de
/gargantas.
¡Grita más fuerte!
¡JUSTICIA!
Justicia para los que han sido
/agraviados
por siglos de miseria.
Tierra para el hombre de la tierra,
comida para el que produce pan;
un poco de dulzura
para los que destrozan su vida
entre las serradas hojas
del cañamelar.
Una página escrita con amor,
que no sea engaño ni fuga,
para los que juntan letras en la
/imprenta.
Frazadas para los hijos de los
/tejedores;
que vayan calzados los niños
y vestidas las madres.
Un hogar tibio para los constructores.

Argimiro Gabaldón. 1960

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